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Economía familiar en Guatemala.
Por Silvia Marmori
En Chichicastenango, municipio del departamento de Quiché en Guatemala, hay dos lugares emblemáticos.
Uno es la Iglesia y Monasterio de Santo Tomas Apóstol, fundada en el año de 1540 y construida sobre un sitio arqueológico prehispánico Allí fue donde se encontró el Popol Vuh, el libro sagrado de los Mayas. Dentro de la iglesia se mezclan ceremonias ancestrales y católicas. Lo mismo sucede, quemando incienso y velas, sobre los 18 escalones externos que representan los 18 meses de 20 días del calendario Maya.
El otro lugar es el mercado de Chichicastenango, uno de los más grandes en América Latina. Multitud de indígenas mayas de diversas poblaciones de la zona se dan cita dos días a la semana en este lugar.
No es fácil, algunos de ellos llegan la noche anterior y duermen al aire libre. La mayoría camina con la mercadería desde sus pueblos de la meseta, a muchos kilómetros de distancia, hasta llegar al mercado.. Otros pagan un billete de furgoneta que representa un fuerte gasto para su economía familiar. Son gente sencilla y humilde que trata de subsistir con la venta de su cosecha y sus labores.
Pero muchos no pueden ir a vender al mercado.
En Guatemala, en la región de Solota ( y en gran parte del país) , la situación de la mujer es difícil. » la escasa propiedad de la tierra, especialmente en mujeres y el monolingüismo y el escaso nivel educativo y la poca cualificación de la mano de obra femenina, así como la subvaloración que cultural y económicamente se ha realizado del aporte de la mujer, básicamente no monetario en su mayoría del trabajo femenino»… «se hace necesario tener en cuenta que tradicionalmente el trabajo realizado por las mujeres ha venido estando limitado y determinado por las tareas de reproducción de la familia: embarazo, lactancia, alimentación, cuidado de los hijos, esposos, ancianos y demás tareas necesarias para el funcionamiento de la familia.»[1]
En el límite del departamento Quiché y el de Sololá, lejos de los poblados, vive María con sus seis hijas. Ellas decidieron comenzar un emprendimiento con dos metas bien definidas. La primera, hacer conocer a los extranjeros el alimento básico de Guatemala: el maíz. La segunda, procurarse un sostén económico extra como ayuda a la difícil economía hogareña.
La hija menor Ixchel cuenta que no fue fácil. Decidieron ofrecer a las compañías de turismo un tour para brindar “un taller de maíz” en su casa En éste, enseñarían a preparar las famosas tortillas de maíz, base de la mesa guatemalteca y comparable al pan en otras culturas
Al comienzo, les preocupaba pensar cómo iban a vencer su timidez. Luego, el desafío era organizarlo de la mejor forma posible.
Finalmente prepararon una pequeño exhibición de los diferentes tipos de maíz, explicando sus simbolismos. Entonces les mostraban a los participantes cada paso de la preparación para que luego la hicieran ellos mismos.
No todas hablan el castellano, pero Ixchel traduce lo que María, la madre, cuenta. Lxs guías de turismo de las distintas agencias se compenetraron con el espíritu del emprendimiento y el empuje de estas mujeres y también participan , contagiando entusiasmo.
Los talleres le permiten a esta familia sobrevivir y, además, aportar el dinero extra para que sus hijos puedan concurrir a la escuela sin problemas.
De a poco surgen entre madre y hermanas, planes para crecer, cultivar más área y así vender productos elaborados artesanalmente.
Buscar lo esencial de la cultura y transmitir el conocimiento ancestral, resultó en esta gran idea, digna de imitar en otras circunstancias y entornos, pero con el mismo espíritu emprendedor.
[1] Chávez Ramírez, Diana Alma Irene (2015) Aportes de la mujer campesina a la economía familiar en San Lucas Tolimán, Sololá, Guatemala, C.A. Licenciatura tesis, Universidad de San Carlos de Guatemala.